Adriano Castillo y el arte de ser 'feo': encanto más allá del físico

Adriano Castillo: cuando la coquetería desafía al espejo
Hablar de Adriano Castillo es pensar en su sonrisa inconfundible, sus ojos pícaros y ese aire de tipo que no necesita los cánones de belleza para ser el alma de cualquier ambiente. En una charla sin filtros, este ícono chileno no esquiva el tema: se define como "feo" sin medias tintas, pero con una honestidad tan desarmante como atractiva. Él mismo lo dice: "los feos siempre deben tener una gracia". Y vaya si la tiene.
Castillo cuenta que toda la vida ha jugado una carta infalible: la coquetería. Lo dice con picardía, casi como si estuviera contando una travesura adolescente. Según él, ser coqueto es algo aprendido, una estrategia consciente para romper el hielo y ganar terreno donde otros dudan. “Nunca me vi como un tipo atractivo según los estándares clásicos. Entonces desarrollé mi propio encanto”, afirma. Esa seguridad, lejos de ser arrogancia, es una invitación sutil a mirar más allá del envoltorio.
Las personas como Castillo, que no se refugian en los estereotipos, suelen estar más atentos a los matices humanos. Él mismo asegura que la gente que no cumple con el físico esperado casi siempre compensa con humor, ingenio o creatividad. No es casualidad que su carrera esté plagada de papeles que aprovechan ese mismo magnetismo. ¿Quién no recuerda sus personajes adorables y llenos de chispa en la televisión chilena? Castillo los convierte en reflejo de sí mismo: tipos audaces, directos y, sobre todo, auténticos.
La leyenda del feo irresistible
Hay una especie de relato colectivo alrededor de Adriano Castillo: el "feo" simpático, seguro de sí mismo, que no necesita esconder sus defectos. Incluso él mismo se toma con humor la atención pública hacia su "fealdad legendaria", como si la sociedad lo hubiera adoptado como símbolo de la revancha frente al brillo de los galanes tradicionales. El propio Castillo se ríe del asunto, y dice que, en el fondo, la gente se identifica más con alguien real, que reconoce sus limitaciones y las transforma en virtud.
Este fenómeno genera un magnetismo especial. Castillo lo explica como una mezcla de autoconfianza y saber hacerse notar. El truco está en nunca pedir perdón por no ser el favorito del canon, sino en mostrarse orgulloso de lo que uno es. Se trata de convertir cualquier déficit, real o imaginado, en un activo social. En su caso, la coquetería no es solo un juego, es una forma de pararse ante la vida.
- Su actitud ha inspirado a quienes sienten que no encajan en los parámetros visuales impuestos.
- Muchos resaltan su capacidad de conectar con el público desde la autenticidad y el humor.
- No le teme a la autocrítica, y en vez de disfrazar lo que es, lo potencia y lo mezcla con una simpatía contagiosa.
Este legado deja una enseñanza sutil: no hace falta ser el más guapo para quedarse en la memoria colectiva. A veces basta con atreverse a ser uno mismo, y un poco coqueto.
- abr, 28 2025
- Baltasar Rojas
- 0
- Enlace permanente
- Etiquetas:
- Adriano Castillo
- feo
- coqueto
- carisma
Escrito por Baltasar Rojas
Ver todos los posts de: Baltasar Rojas